martes, 23 de diciembre de 2008

NAVIDAD


Navidad
signo de luz,
luz para el alma,
alma para la fe.

Navidad
lumbre en la nada,
esperanza en el vacío,
albor para la oscuridad.

Navidad
aurora de nacimiento
nacimiento para los creyentes,
creyentes en un Nacer.

Feliz nacimiento...
Feliz NAVIDAD...
a cada luz del alma,
a cada luz de la aurora,
a cada luz de los instantes de la vida.

*

sábado, 29 de noviembre de 2008

ADVIENTO

Tiempo de espera, tiempo de permanencia al regreso, a lo que ha de venir, a lo anunciado, tiempo donde aguardamos…

Siempre aguardamos, esperamos, deseamos que las cosas permanezcan si estamos bien, que cambien si estamos mal o simplemente no nos enteramos, o no nos preguntamos que esperamos en ese mañana que nunca parece llegar. ¿Por qué no llega? Porque nosotros mismos no sabemos con certeza cuál es nuestra espera, ayer esperábamos algo, hoy esperamos esto distinto y mañana quien sabe lo que nuestro capricho deseará. Quizás es que no esperamos nada.

Es tradición cristiana la celebración del Adviento, la espera de quien se dio por todos, por cada uno de nosotros, por los que se fueron y por los que vendrán.

Hoy en día en que la espiritualidad religiosa va descendiendo a pasos agigantados, surge la pregunta cuya respuesta ya conocemos. ¿Por qué celebramos el Adviento, porque se celebra la Navidad, en una sociedad laica, aconfesional? Las respuestas son diversas pero todos coincidimos en que la Navidad es ya una fiesta popular, social y cuyo único objetivo es el derroche, el consumismo y en muchos aspectos una parafernalia incoherente. Muchos hogares adoptan otras formas, otras tradiciones, otras costumbres, Papa Noel, Santa Claus, lucecitas y adornos que rompen la monotonía y dan un cierto cambio, otro tono, colorido artificial que distrae y da un sentido superfluo a estos días. Lo importante es cambiar, es que lo exterior permita cambios, candilejas, luces de neón, arbolitos transformados en absurdas perchas multicolores… Y dentro, ¿cómo nos sentimos? ¿cómo acoge nuestro sentir, la vida, el paso de los días, nuestra vida, nuestro ser persona, nuestra relación con los demás, el entorno, la comprensión, el sufrimiento, la belleza de la misma vida?, en definitiva ¿Cómo es el Adviento a lo largo de nuestra vida? ¿Qué aguardamos en nuestro día a día? ¿O no aguardamos nada, simplemente estamos? ¿Nos dejamos caer en los días como estas hojas de otoño que se mueven al son del viento que ventea?

Dejadme levantar mis pensamientos, tan erróneos y tan frágiles como mis mismas reflexiones… La sociedad de consumo en la que estamos inmersos nos arrastra, nos condiciona, nos confunde, nos manipula… pero siempre tenemos algunos espacios, épocas o momentos en los que sentimos el vacío, el sinsentido, la pobreza y la desgana del paso de los días; en otros nos bañamos en la dicha de sentirnos felices, de disfrutar con alegría las pequeñas cosas de cada instante y existen momentos en que no nos damos cuenta de que simplemente existimos, como si nuestra conciencia estuviera de vacaciones.

Respeto el sentir de cada uno, las creencias de cada uno, el ateísmo y la no confesionalidad, pero es innegable que el ser humano para sentirse en su plenitud, necesita de las dos dimensiones, de la plenitud de sus dos cuerpos, el externo y el del interior, el que compartimos y mostramos, con el que nos acompaña en el silencio y la soledad… tengo y vivo la sensación de que muchos “disfrutamos” sólo de uno de ellos, del que no requiere demasiado esfuerzo, el que simplemente ha de dejarse llevar, es nuestro exterior. El otro, el que habita dentro de nosotros, el que requiere generalmente de atención, de cuidados, de tiempo y espacio es el que descuidamos, al que no solemos prestarle demasiada atención, porque el de afuera le absorbe y le oculta.

Se celebra el Adviento, iniciamos esta semana el tiempo de espera, pero creo que toda nuestra vida es una Adviento, toda una andadura para ir descubriendo ese Ser que nos habita, ese ser desconocido que llevamos ocultamente y a veces como asfixiado en nuestro interior.

Iniciamos el Adviento, un tiempo de espera, un tiempo de algo o alguien que ha de llegar... os deseo que podáis recibir (que recibamos) a quien nos habita y está en nosotros y con nosotros desde siempre.

*

domingo, 9 de noviembre de 2008

SIGO MI CAMINO

*



Me visto de silencio
porque él me encuentra,
me halla con facilidad.
Acierta mis pasos,
nunca los escondí,
están prestos a la luz
de quien los quiera conmigo seguir.

No busco un camino por descubrir,
ese horizonte quedó atrás,
enterrado en ilusiones
y fantasías de adolescente,
quedaron atrapados
en aquel pasar de los días
donde el tiempo pasado los devoró.

Me visto de silencio
o el silencio se viste de mí
es quizás mi único y fiel compañero,
la única levedad
que conmigo puede existir.

Hoy miro el instante que camina conmigo,
miro la luz que me ilumina
o la sombra que me oscurece
y no pido más
que el aliento de mi sentir
para continuar mi camino y vivir.
*

domingo, 2 de noviembre de 2008

INSTANTE PERDIDO


Atrás
lo vivido, lo sentido, lo amado…

Delante
un camino virgen, un horizonte por descubrir…

Ahora…
la vida, el latido,
la lluvia que nos moja,
el día que nos alumbra,
el ahora, este instante…

A veces
quedamos aquí llorando,
detenidos en nuestro ayer
o suspirando por un mañana
que quizás nunca llegue.

El instante, este ahora
se va con nuestro olvido,
con nuestra extravío
para no volver.
*

sábado, 25 de octubre de 2008

NADIE

*



*

sábado, 18 de octubre de 2008

"ALZO MIS MANOS HACIA TI"


A cada momento alzo mis manos,
a cada instante miro hacia ti
y es que el ahora es un camino nuevo
que se inicia sólo para mí.

Alzo mis manos y descubro mi silencio,
miro hacia ti y contemplo tu mirada,
silencio mis palabras
para escuchar tu voz,
y es que en este ahora late un latido
que tú me lo ofreces como un don.

Alzo mis manos hacia ti…
para vivir cada instante y seguir,
andar y caminar hasta encontrarte a ti.
*

sábado, 11 de octubre de 2008

CAMINO


Camino en el viento,
recogiendo pedazos de mis pensamientos,
bebiendo de ilusiones que quedaron lejos,
uniendo los despojos de mis recuerdos.

Camino con el viento,
rumbo hacia ninguna parte,
no hay horizonte que pueda ver,
ni hay mañana que esperar.

Camino sin dejar huellas,
me dirijo hacia ningún lugar,
pero hay un ardor que me guía,
vivir día a día, instante a instante,
cada uno de los ahora
toda la eternidad.
*

jueves, 25 de septiembre de 2008

OTOÑO

El ciclo de las estaciones regresa de nuevo en estos días, con el recién estrenado otoño.

Estación extraña, ingrata a veces a nuestro ánimo, iniciamos un nuevo curso, una nueva etapa, un regreso a la cotidianidad, a la monotonía, los árboles son quizás los más expresivos pues pierden su belleza, su ropaje, los días se acortan, empieza lo grisáceo y también la época de apretarse los cinturones, económicamente hablando.

Suele tener mal recibimiento el otoño y sin embargo es una estación de belleza oculta. El otoño nos regala de nuevo esos días de cierta vistosidad, días en que, a los que gusta pasear, observan con facilidad los cambios que la naturaleza les muestra. Los árboles se despojan de sus vestiduras para dar luego a la primavera la oportunidad del color y la algarabía, o como decía Moratiel, las hojas ceden su lugar a otras que vendrán por vez primera y es también una buena forma de ver nuestros días, nuestro regreso a la cotidianidad.

Nuestro hacer regresa a lo conocido y nuevo a la vez. Los niños aprenderán otras enseñanzas en la escuela, los adolescentes quizás cambiarán de centro y conocerán a otros compañeros, los que trabajamos regresamos para reencontrarnos con los que compartimos tantos otros momentos, algunos otros quizás su vida cambiará por mil motivos distintos, pero el comienzo de algo siempre es una nueva oportunidad que la vida nos ofrece.

Solemos quedarnos con la parte que ya conocemos, la que externamente repetimos y nos olvidamos que cada jornada, cada momento, cada ahora es una nueva oportunidad para acoger otros pasos de nuestro caminar.

Si la vida nos regala las estaciones, si la vida nos ofrece este otoño, sepamos acogerlo, sepamos aceptarlo en sus formas, en sus expresiones, en sus peculiaridades, porque al acoger y al aceptar, acogemos también el dejar atrás parte de nuestro equipaje, parte de nuestras ataduras, parte de nuestro egoísmo, parte de nuestro ego. Acoger y aceptar los distintos paisajes de este mundo, da a nuestro caminar el andar aligerados, es caminar algo más vacíos… seamos como ese árbol que se despoja para dar espacio a nuevos follajes, a nuevos brotes, demos espacio, oportunidad a la misma vida para que siga ofreciéndonos nuevos instantes, distintos momentos, ahoras de vida.

Es verdad que habrá personas que llegarán al final del camino, personas a las que quizás deberemos decir adiós… pero me gusta pensar que no existe el “adiós” sino que es un “hasta luego” porque todos tenemos un camino, un horizonte y una meta, y una vez alcanzado nos reencontraremos en otro caminar más allá de nuestro entendimiento mundano, más allá de nuestra capacidad de comprensión, quizás sea allá donde está Moratiel, quizás sea en ese lugar donde habita el Silencio, en ese silencio que no es mudez, sino una llenura plena de vida.
*

viernes, 12 de septiembre de 2008

SILENCIO LA TARDE





















Silencio la tarde
para acoger la marea
que se desata por dentro.

Silencio la tarde
para desoír el altercado
de mi pensamiento y mi corazón.

En estas horas de silencio
quisiera ahuyentar la controversia,
la realidad del deseo,
la penumbra de la luz.

Silencio la tarde
para acercar el único afán,
la paz y la calma
de mi afuera que armonice mi adentro.

jueves, 14 de agosto de 2008

A LA LUZ DEL SILENCIO


Se acerca un nuevo encuentro. Tenemos próxima la oportunidad de unir los silencios de los discípulos, para compartir el hallazgo, la escucha, las belleza de lo inefable, la intimidad del sentir, la luz que nos alumbra en lo callado, en la mudez del exterior y descubrir en cada uno de nosotros un poco más del camino que un día cualquiera Moratiel nos indicó.

Es difícil y casi imposible para mí explicar el sentido de un encuentro. Cada uno de nosotros tenemos nuestros arraigos, nuestras costumbres, nuestras formas de vivir y enfocar la vida, andamos un poco como desperdigados y buscamos la esencia de aquello que está mas allá de nosotros, cada uno lo busca a su manera, en base a sus posibilidades, a sus medios e incluso bajo unos criterios adquiridos y aprendidos en la propia andadura.

El silencio es un camino que a veces resulta extraño porque creemos que avanzar en el encuentro con el misterio, con la divinidad, con la espiritualidad, con lo que está mas allá de nuestro entendimiento, necesita pautas, leyes, o una formación, un engranaje y eso no es así en el silencio.

A la luz del silencio no hace falta nada más que acallar nuestro exterior, intentar adormecer el interior y vivir el silencio y en silencio. Todo lo que tengamos que aprender, escuchar u oír se nos dirá en la quietud de nuestro corazón, en la paz de nuestro interior, en la calma del entorno que siempre rodea, abraza y acuna el espacio de los encuentros.
*

domingo, 20 de julio de 2008

DAME TU CORAZÓN (Reflexión)


Buscaba un texto que en cierta forma diera “explicación” a nuestras improvisaciones, a nuestras espontaneidades, a nuestra naturalidad impensada. Cuando sin pensar actuamos, hacemos cosas o decimos palabras imprevistas, nosotros mismos, a veces, nos sorprendemos. Si volvemos sobre ellas, lo primero que nos viene a la mente es ¿cómo hice o dije tal cosa?

No siempre acertamos, es cierto, pero a veces aquel arranque de espontaneidad resulta ser lo más adecuado, lo más idóneo, lo mejor que podíamos haber hecho y quizás no lo hubiéramos llevado a cabo si antes lo hubiéramos razonado.

Moratiel solía decir en los encuentros que no pensáramos las preguntas, los interrogantes, las cuestiones… que simplemente las dijéramos. Cuando pasamos nuestro interrogante por el medidor de lo correcto o de lo adecuado acabamos callando. ¡Cómo se me ocurren semejantes cosas! ¡Suerte que nada dije! Y quizás al cabo de un tiempo nos arrepintamos por no haber dicho o hecho tal cosa o tal otra.

Si dejamos nuestro corazón al sentir de dentro, al latir de lo profundo sin adornos, prejuicios o intereses externos, parece como que alguien nos dijo lo que teníamos que decir, como si alguien nos hubiera chivado las palabras. Guiados por el sentir del corazón creo que no debiéramos tener temores, a pesar de que a veces, nos pueda parecer a simple vista algo incoherente o fuera de lugar.

Dar el corazón al silencio da esa confianza ilimitada al hacer, al decir, al escuchar o simplemente al estar.
*

domingo, 6 de julio de 2008

LA OSCURIDAD


Siempre el nacimiento viene de lo oscuro. (j.f. Moratiel)

Hallarse en el vivir de oscuridad, en ese sentir de vacío, de esa nada que nos inunda, crea en nosotros dolor, tristeza, sentimos hundir nuestro ánimo y nuestra habitual expresión se torna triste. Nada parece alegrarnos, ni los colores de la vida pintan nuestras horas de vida… leer, escuchar, recordar las palabras de Moratiel es una solución, no es una fórmula mágica, no es una parche que podamos ponernos en el día de hoy, no es una píldora para calmar el dolor de cabeza, no es eso ni mucho menos. Retomar el sentido de las palabras de Moratiel es recordar y caer en la cuenta que en la oscuridad nos desprendemos de aquellas cosas que pierden valor, de aquello que ya carece de interés, nos ayuda a valorar y a dar sentido a lo más pequeño de la vida, a lo discreto, a lo humilde, a lo inapreciable quizás y en todo ello sentir uno que simplemente está bien.

Moratiel solía decir que cuando uno está bien, todo lo está, y uno sabe cuando está bien. Estar bien es nacer a lo pequeño, a lo insignificante, a lo más elemental de la vida, de nuestra vida, ese “buenos días” del vecino que encontramos en el ascensor, ese dejarnos paso en el metro, ver la sonrisa de un niño que va a la escuela agarrado de la mano de su madre, recibir el rayo de sol de la mañana, o la fina lluvia que quizás nos haga aligerar el paso… y sentir que todo eso que nos rodea es la expresión de la vida, es el entorno que nos acoge, es escuchar el latido de la vida, un latido que puede ser también el nuestro.

La oscuridad no está en lo que nos rodea, la oscuridad no está en el entorno, la oscuridad es el color de nuestra mirada, la predisposición de nuestra comprensión, de nuestro pensamiento… pero también la oscuridad es necesaria para que a través de ella desechemos lo que ya no nos sirve, lo que ya no necesitamos y dejemos espacio y lugar a lo nuevo que nos aguarda. Sepamos aceptar la oscuridad como tránsito, como puente que cruza al otro lado y descubrir la inagotable riqueza de la vida.
*

jueves, 26 de junio de 2008

LA VELA


Luz que alumbras en la oscuridad de la noche,
brillas porque nada hay que te distraiga,
tu ser es quemar,
el eje eres del centro,
absorbes toda la intensidad,
sin ti nada quemaría,
sin ti nada tendría vida,
sin ti no podría la cera quemar,
aunque… tú no tendrías sentido,
si sólo fueras mecha y nada más.
*

sábado, 14 de junio de 2008

COMO EL INCIENSO

(Vigilia de Pentecostés)


Como el incienso de ofrenda,
suben los cantos entonados,
sentir de siempre,
nacidos de un común unir.

Ríos de voz fluyen por las gargantas
con belleza y armonía
unidos en un solo cantar
a una sola voz cantados.
Un cantar y el alma se me eleva
hacia espacios del sentir
lugar sin tiempo, lugar sin lugar.

Sube el cantar de las voces
como fragancia embriagadora
aroma que perfuma el alma
y hace explosionar mi cantar,
me uno a sus voces
para que el alma suba como incienso
y se aloje donde Tú nos sabes amar.
*

martes, 10 de junio de 2008

DERRAMADA


Corre la sangre por mis venas
tan lentamente
como si de un río fuera
adormeciéndose en este lugar.

Lenta se desplaza,
desperezándose en cada vereda,
ensimismada en cada vivencia,
atrapada en cada vagar,
como viento que aguarda sin brisa
o río sin cauce de mar.

Y es que mi camino se atoró,
y es que todo en mi se derrama
ante el gozo del instante,
ante la belleza del lugar
y quisiera detener su cuna
su recorrido y oculta aquí quedar.
*

sábado, 31 de mayo de 2008

EN EL SILENCIO






No haces nada,
nada se hace en el silencio
nada productivo
nada material
nada vendible
nada comercializable
nada asequible
nada industrializable
nada…

En el silencio
sólo se busca el encuentro
sólo se halla sosiego
sólo te encuentras a ti
sólo te buscas a ti
sólo te entiendes
sólo hallas
o simplemente vives el silencio.

Y es que en el silencio
no hay nada que adquirir
y todo lo puedes encontrar

En el silencio
todo lo podemos abrazar
y nada debemos excluir

En el silencio
simplemente uno vive.

domingo, 25 de mayo de 2008

VIDA Y COLOR

Cuando amanece todo recobra vida y color.
j.f. Moratiel


Vida es lo que nos asiste
a cada instante, a cada momento
en cada ahora, en este hoy.
Vida que se nos da a manos llenas
cuando las nuestras están vacías.

Y la vida se viste de color
si yo acojo los momentos de mi vida.
El color de la vida que vivo
pinta mis días de todos los colores
siendo un arco iris el pasar de mis instantes.

Camino en sus gamas
vistiéndome de intensidad,
y todas tienen belleza
cuando en mi silencio
las intento abrazar.

Y en el amanecer de mis ahora,
la vida me pide que su color acoja.

domingo, 18 de mayo de 2008

TODO LO TUYO ES MÍO


Todo lo tuyo es mío.
j.f. Moratiel



Todo mi adentro,
todo mi afuera,
todo mi contorno,
todos mis límites,
todo mi sentir,
todo mi amar…
ante ti lo expongo,
a ti te lo dejo,
para que ese amasijo
de sentires,
ese entresijo de latires,
tú los suavices,
tú los aposentes,
y en el silencio…
tú me los muestres.

Todo lo tuyo es mío.
Todo lo que es mío
ante ti lo expongo,
a ti te lo doy,
para que hagas con ello
huellas de tus pasos,
eco de tus palabras.

Todo lo tuyo es mío.
Todo lo mío a ti te lo doy.
En el silencio callado del alma.
En el silencio de este latir.


*

sábado, 10 de mayo de 2008

LA MANO




La mano como símbolo del amor. Nunca te va a soltar.

j.f. Moratiel




Sentir el calor de una mano,
piel suave y fuerte que se ofrece al sentir.
Una mano, símbolo de un latir.
El roce de una mano, calor que abriga el adentro.

La mano, parte exterior de nuestro cuerpo.
La mano, revelación del adentro en el latir.
Una mano en el hombro
La mano que te acerca
Una mano que ofrece
La mano que te acompaña

La mano en el alma,
un silencio del corazón.
Una mano en el sentir
un silencio para acoger.

La mano.
Símbolo del amor.
La mano.
Un sentir del silencio.
*

domingo, 4 de mayo de 2008

CAMINAR



EL CAMINO DEL SILENCIO COMIENZA AQUÍ.

j.f. Moratiel





Un camino que comienza
Un instante que se inicia
Siempre un hoy se nos regala
Siempre un ahora se nos da

Hoy comenzó de nuevo mi camino
Hoy de nuevo inicié la senda
Y parece que todos los días
caminase con un mismo andar

Aquí, en este ahora, en este instante
comienza… empieza de nuevo el caminar
Mi andadura hacia el hallazgo
Un hallazgo que quizás no halle
Un encuentro que quizás no encuentre
y quizás nada debo encontrar
quizás tan sólo se deba seguir,
continuar y siempre... caminar.

*

sábado, 26 de abril de 2008

DE LA NADA


“Todo brota de la nada”
J.F.Moratiel














De la nada brota mi silencio.
De una nada que no existe,
porque en mi sombra
se aloja el deseo y el afán.

Una sombra que me acompaña
Una penumbra de entorno
Una opacidad de mi ser
Una vaguedad en mi caminar

De la nada de mi encuentro
De una nada encubierta,
de superficialidad y de ausencia,
de una nada que no es tal.

Y sin llegar a la nada,
camino sabiéndola existir,
y busco su presencia,
porque ella no existe en mí.
*

jueves, 17 de abril de 2008

VIVIR... SENTIR LA VIDA


Siento la lluvia caer
pero mi alma está calma.

Siento volar el deseo
pero mis pasos pisan la tierra.

Por sentir siento
que nada es lo que veo.

La lluvia cae y la luz me habita.
El aire es frío y el adentro cálido.
Las miradas tristes y mis ojos azules.

Siento que la vida cruza por las calles,
a veces desnuda, a veces triste
y en el sentir de cada uno
nace al latir de lo invisible.

Vivir... sentir la vida...
mirarla con los ojos del alma.
*

domingo, 13 de abril de 2008

LA NOCHE



La noche me acoge, me envuelve, me rodea y mi ánimo será reflejo en esta hora de la noche.

La oscuridad no es tristeza, no es desazón, ni angustia si nuestro ser no está desanimado, hundido, ni desconsolado.

La noche es tan sólo una expresión más de la vida. En la noche, nuestros pensamientos se ordenan, se apaciguan o simplemente se acallan. Cuando nuestro sentir se altera, no es culpa de la noche, ni de la oscuridad, sino de nuestro vivir y de nuestra manera de ver las pequeñas cosas de nuestro mundo, de nuestros quehaceres, de nuestro día a día, de nosotros mismos.

A veces, asociamos la noche, la oscuridad y el invierno a nuestras horas tristes, a nuestros momentos de desánimo, a nuestra inquietud, a nuestra inseguridad… pero la noche y la oscuridad pueden ser también momentos de paz, instantes de intimidad o espacios de reposo.

La noche.

Acojámosla siempre como un volver a nuestra casa, un regresar al corazón, un tiempo o unos minutos al hallazgo de lo invisible.

sábado, 5 de abril de 2008

LLENURA DE TI


Cuando me adentro en ti,
tú, me das calma.
Cuando en ti me cobijo
me envuelves de quietud.
Cuando busco tu refugio
la paz me otorgas.

Mi corazón desea hallarte,
y mi alma te sigue buscando
pero el pensamiento de mi mente
con ideas fugaces sigue jugando
y mi cuerpo se excusa
tras el yendo y viniendo.

¡Cuándo será y que yo comprenda!
Que sí la calma me das
y la paz me otorgas,
solamente mi tiempo pides,
tan sólo mi callado silencio,
donde encontrarte podré
y de llenura de ti me saciaré.
*

domingo, 23 de marzo de 2008

ABRUPTO Y PRIMITIVO

En esta cumbre donde lo variable, lo imprevisible es lo habitual, es fácil caer en la cuenta de lo endeble y frágil que es el ser humano en determinadas situaciones.

Cuando el tiempo es agradable y acogedor nos sentimos, en la cumbre, dichosos y felices, saboreando y gozando del espectáculo que la cima nos ofrece y de la maravilla del lugar, disfrutamos de paseos, escaladas, comidas al aire libre… Pero cuando las inclemencias del tiempo hacen acto de presencia, cuando lo abrupto del lugar se erige en su manifestación, nos damos cuenta de nuestra debilidad y de nuestra escasez para vivir en un terreno agreste como es el risco.

El día de ayer amaneció con niebla, tampoco es algo que deba preocupar, porque en esta época del año es una situación habitual, pero la niebla no desapareció sino que dio lugar a un aguanieve, el cielo se cubrió de gris y el viento sin ser huracanado balanceaba las diminutas gotas de nieve de un lugar a otro, y antes de mediodía, el entorno más inmediato presentaba una aspecto blanquecino, estaba nevando, el frío cortaba el rostro y se introducía hasta los huesos.

Es en estos momentos cuando uno percibe su debilidad, distingue que el hombre, ese ser que, en muchas ocasiones, es autosuficiente, que puede moverse y manejarse con los conocimientos, con la experiencia y con un cierto dominio de si mismo allá donde esté, en estas situaciones es pura fragilidad, pura inestabilidad, porqué ¡ay amigos!, la cumbre sabe poco de conocimientos, de experiencias y de dominios, ella es un ser primitivo y se muestra en su dureza cuando así lo requiere, siendo su manifestación de lo más primaria, y en ocasiones si nos coge de improviso, nos puede poder.

El hombre domina, maltrata y abusa del entorno, de la naturaleza, pero en determinados momentos lo abrupto y primitivo de ella misma, surge y se desata con tal fuerza que recuerda al hombre su impotencia y su fragilidad ante su fuerza, su manifestación y su poder.

Cuando en el silencio caemos en la cuenta de la evidencia, de la verdad, de la palpable realidad, podemos percibir también que ese ser nuestro es como la naturaleza, abrupto y primitivo, cuando al despejarlo de los oropeles de la exterioridad y de los envoltorios sociales, se manifiesta tal cual es.
*

viernes, 21 de marzo de 2008

SILENCIO EN LA CIMA


Estoy, en estos días de Pascua, en el risco de la Peña de Francia. Lugar agreste de la naturaleza, donde el tiempo parece no dejar huella y sólo se distingue cierta alteración y movimiento en las horas punta en que los peregrinos acuden al Santuario.

La Peña de Francia es ya conocido por los simpatizantes del Silencio, aunque sea solamente a través de la web, os recuerdo el lugar:
http://www.dominicos.org/pdefrancia/

En este lugar se reviven antiguos y nuevos recuerdos, aquí en la cima, habitáculo del silencio durante muchas horas del día y en determinadas estaciones del año, se oye siempre el murmullo de la vida, de todo lo que rodea esta cumbre. Los pájaros, el crujir del entorno, el sol que brilla en el horizonte a primeras horas de la mañana, el aire fresco que acaricia con brusquedad el rostro y a ciertas horas tempranas de la mañana, alguna presencia callada de peregrinos con sus voces bajas; ahí, en ese entorno, recuerdo la esencia del Silencio que tantas veces nos mencionó Moratiel, ese silencio que no es mudez, es ese silencio de llenura, un silencio habitado por toda la abundancia de la naturaleza, del sentir y del vivir que nos rodea y se nos regala.

Moratiel nos dejó esa frase hermosa “Vivir es pasar”, aquí también se pasa el día, los momentos, se reviven los instantes que ya pasaron en otros días y sin embargo todo permanece como en una especie de eterno pasar, momentos perennes, presentes eternos donde todo parece vivirse en un único ahora.

Mis recuerdos me acompañan, los de antaño y los de ahora, los de ayer y los de hoy, todos ellos se juntan, se unen en esta cima donde el cielo y la tierra sellan sus silencios con un beso de vida.

El amanecer también nació callado, unas breves nubes en el horizonte y en pocos minutos la manifestación del astro sol para iluminar los valles, los pueblos que aún permanecían dormidos, dar calor de vida a todos los corazones que distinguen, en esa callada quietud, el regalo de este nuevo día.

Sí, “Vivir es pasar”, pero en ese pasar, en ese silencio pleno que nos habita hallamos el descanso y la paz que nuestra vida busca siempre tan ansiosamente en el exterior, en la superficialidad, en lo de fuera… sin darnos cuenta que lo grande y hermoso, aquello que no pasa, aquello que siempre permanece, en nuestro interior se halla, en esa naturaleza, en esa vida que nos envuelve.

Con estas breves palabras, ese sentir tan mío, deseo transmitiros y enviaros parte de ese entorno, regalo del silencio, donde la vida no tan sólo pasa, sino que sencillamente se vive.
*

miércoles, 12 de marzo de 2008

LA FELICIDAD

LA FELICIDAD, NO ESTÁ EN LO QUE SOÑAMOS, SINO EN LO QUE AHORA SOMOS.

Generalmente los seres humanos andamos siempre a la búsqueda, estamos como a la zaga de obtener eso que llamamos felicidad y que para cada uno de nosotros tiene un aspecto o un valor distinto; a pesar de que nunca sabemos a ciencia a cierta qué es la felicidad.

Moratiel, hombre de términos sencillos, de conceptos suaves, sin grandes artilugios expresivos, nos encamina con estas palabras, a vivir la vida, la de cada día, a estar en lo cotidiano, a lo que solemos definir como vulgar, gris, repetitivo. Esta expresión de Moratiel simple y llana me sugiere que nuestros sueños no son la meta de nuestra felicidad, nuestra vida no tiene una meta que debamos pensar o imaginar, porque en la ensoñación de conseguir esto o aquello nos perdemos nuestro presente, nuestro ahora, nuestro aquí.

Nuestras fantasías, nuestros sueños, nos parecen eso… fantasías, se nos antojan como expectantes presentes mágicos y maravillosos que nos aguardan en un futuro más o menos próximo y mientras esperamos el cumplimiento de esos posibles eventos, desaprovechamos los días y los momentos que la misma vida nos ofrece. Posiblemente luego nos lamentaremos por no habernos dado cuenta de que ese instante se nos pasó fugazmente, sin percibir su presencia, su realidad. Pero ahí estábamos nosotros, en “la luna”, esperando esa hipotética felicidad, ocupados imaginando quién sabe qué.

¡Es tan placentero soñar! ¡es tan amable la imaginación! Lo malo es irnos detrás de esos sueños y dejar pasar la vida sin vivirla, sin acogerla, sin ser, ni estar nosotros mismos en este ahora, en ese instante. Quizás después nos lamentemos por no haber estado aquí y ahora. Pero así somos los humanos.

miércoles, 5 de marzo de 2008

LOS DÍAS Y YO


*
Camino de la mano de mis días
y me siento acompañada por ellos.
Un instante, una flor me regaló
y en el instante siguiente,
una de sus espinas me pinchó.

De la mano de mis días camino
y comparto con ellos los momentos.
Uno de ellos cruzó conmigo el río
y por no fijarme donde andaba,
resbalé y entera me mojé.

Los días de la mano van conmigo
juegan, se esconden, se ocultan,
a veces parecen ausentes…
otras me hacen llorar,
pero nunca… nunca han dejado mi caminar.
*

jueves, 28 de febrero de 2008

REGALO


Oscurece… el día termina
y en la negrura de la noche
mis pasos parecen sucumbir.

Algo de mi siente también perderse,
algo se aleja cuando oscurece
y siento la tristeza adueñarse de mí.

Nació la noche… inició su camino,
su trecho delante de mí
y ahora que ya amanece
me doy cuenta… ¡qué tonta fui!

¿Por qué se adueñó de mí la tristeza
si fue un día que pasó?
La noche escondía bajo su bello manto
un nuevo día y con la aurora me lo regaló.
*

sábado, 23 de febrero de 2008

BUSCÁNDOME


En el silencio te busco.
En la quietud te persigo.
Buscándote día tras día,
así de mí me olvide.

Oculto, escondido,
dentro de mí habitas,
pero es tanto mi afán
que hallarte no consigo.

Caminas conmigo.
Acompañas mis días.
Y mis ojos ciegos,
no te distinguen

Conóceme.
Muéstrate.
Y en el silencio…
Háblame.

Que en el silencio te encuentre.
Que en la quietud te halle.
Y hallándote... me encuentre.
.

miércoles, 13 de febrero de 2008

DOS

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Humanamente hablando, hace dos años que Moratiel entró en el Silencio. Pero desde este lugar en el que me hallo, creo que muy privilegiado, ahí detrás del teclado del ordenador, casi podría constatar que Moratiel es como si estuviera en algún encuentro, en cualquier lugar de la geografía española o en cualquier otro lugar del mundo. Total para él, eso de las distancias era relativo.

Dos años sin su presencia física, pero un tiempo donde su presencia sigue estando presente, sus palabras resuenan como siempre, su sonrisa la llevamos en nuestro corazón, el tono de su voz lo revivimos de forma más personal, quizás me atrevería a decir más íntima, desde el corazón, desde las grabaciones, en esas frases o conversaciones que cada uno de nosotros compartimos con él y que llevamos grabadas en nuestro corazón, en nuestro silencio... y donde su presencia… está. ¿Cómo? No sabría explicarlo, cada persona, cada discípulo, los amigos que conozco, simpatizantes e incluso internautas… cuando me lo nombran o escriben de él, tienen cada uno de ellos una peculiaridad, un rasgo distinto uno de otro. Moratiel está presente en todos nosotros, no podemos palparlo, no le podemos tocar, no le podemos ver físicamente, pero le sentimos presente y vivo en nuestro sentir, en nuestro corazón, en nuestro silencio.

Hace dos años ya que de forma casi inesperada parecía que el mundo del silencio se derrumbaba, ¡nuestro iniciador, se nos iba! nadie parecía dar crédito a lo que sucedía y a lo que el futuro nos podía deparar, todo se hallaba como en la cuerda floja. Fue ese año 2.006, y después de su partida que todo nos parecía como una especie de prueba, todo era una incógnita ¿qué le esperaba a la Escuela del Silencio?, ¿seguiríamos?, ¿seríamos capaces de continuar?, y ¿cómo si él ya no estaba?... todo eran interrogantes, todo era esa especie de temor ante lo disperso, ante el miedo, ¿por qué quien tomaría las “riendas”?, ¿quién retomaría sus pasos?… El tiempo ha pasado, nadie ha tomado las riendas, muchos seguimos sus pasos, y seguimos al “frente” más o menos los que estábamos, pero cada uno en su espacio, en su zona y pasados dos años ahí siguen los encuentros, reencontrándonos en aproximadamente las mismas fechas, en prácticamente los mismos lugares y con un entusiasmo que a veces me asombra. Nadie dirige, nadie manda, nadie ordena pero la Escuela sigue y sigue funcionando con el mismo entusiasmo y el mismo cariño de siempre; más si cabe, por la “responsabilidad” que de alguna forma uno siente, y por el respeto a la persona de Moratiel y a su Escuela.

Quiero desde esta ventana, discreta en la web, agradecer la entrega, la colaboración, la continuidad, el cariño y el entusiasmo a todas aquellas coordinadoras que retomaron los encuentros de su entorno y ahí siguen todas. No quiero mencionar a ninguna, por la sencilla razón que algún nombre podría olvidarme, pero si deseo destacar a Alexandra que en el año 2.007 inició los encuentros en Uruguay, lugar donde nunca se habían celebrado, a la familia Moratiel, en especial a Lydia y Pepe que se han volcado en nosotros y colaboran en todo lo que está en sus manos, a Reginaldo, el hermano de Moratiel, el cual hace poco tiempo se reunió con él en el Silencio, pero que en esa brevedad en que le conocimos, nos acogió con ese cariño especial que tiene la familia entorno a la Escuela y a sus discípulos.

Son dos años humanos, dos años de un calendario relativo, pero creo que... desde el corazón de todos es simplemente un espacio, un tiempo sin su presencia física, sin su presencia visual, pero con toda su presencia silenciosa. Me gusta pensar o me gusta verlo como otra etapa de la Escuela del Silencio, tenemos en nosotros, entre todos nosotros, la plenitud que Moratiel supo darnos en el silencio y a través del silencio.

A todos, gracias por estar ahí y por continuar caminando juntos.

M. Àngels
ESCUELA DEL SILENCIO

miércoles, 6 de febrero de 2008

EL SENTIR DEL RUIDO

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Hay en nuestro interior una presencia siempre presente. Hay siempre en nuestro interior un espacio ocupado. Es el ruido que nos habita, que nos invade, un ruido que forma parte de uno mismo, porque si ese ruido no existiera, si ese ruido no estuviera ahí, simplemente habría oquedad, hueco, envoltorio, envase, cuerpo vano.

Cada uno de nosotros está habitado, habitado por su sentir, por sus pensamientos, por sus quehaceres, por sus deseos, por tantas y tantas cosas, que todas ellas son las que realmente constituyen o forman nuestro especial y singular ser. Un ser diverso, distinto de nuestros semejantes, parecido pero no igual y es que somos una riqueza de matices y una variedad de manifestaciones incapaces de percibir y nos perdemos un poco en cada una de ellas sin llegar a conocerlas todas.

Cuando hablamos de nuestro ruido, ese ruido no es más que la manifestación de un aspecto que sobresale del resto, consciente o inconscientemente, pero es algo que nos preocupa, algo que quizás le damos excesiva importancia y por eso adquiere más presencia que el resto, y la verdad es que las inquietudes, las alteraciones y la propia diversidad estarán presentes siempre.

La práctica del silencio es para calmar, para situar todo de nuevo otra vez, cada cosa en su lugar, cada aspecto o preocupación en su sitio y que nada ocupe más espacio del que necesita, es armonizar nuestro interior; y a su vez, permitirnos ese espacio donde descubrir parte de toda esa riqueza que nos habita y que desconocemos porque nunca nos paramos a descubrirla.

Sentir nuestro ruido, no es perjudicial, no es gravoso simplemente es como una llamada de atención de que algo se ha como extraviado, de que algo tenemos que situar de nuevo en su espacio y en su lugar. Darnos, ofrecernos silencio es como ordenarnos, es como establecer esa organización interior que parece haberse alejado. Cada uno de nosotros somos especiales y únicos, pero al no conocernos en nuestra totalidad, andamos como desorientados, como alterados de nuestra propia completitud.

El silencio, esos espacios de tiempo con nuestra desconocida totalidad.
El silencio esa puerta que permite la manifestación entendible y comprensible de parte de nuestra interioridad, de nuestro ser único, de nuestra singularidad.
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jueves, 31 de enero de 2008

GOTA DE ROCÍO

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Las experiencias extremas nos sumergen en un abismo, en un pozo del que creemos que no vamos a salir. La vida nos lleva en ocasiones por caminos tortuosos que nos hunden y nos abocan. Sólo quién ha experimentado la caída, sabe de lo que hablo, que aunque no son todos, sí son muchos los que hemos descendido a la profundidad y negrura de un pozo en la vida.

Cuando uno se cae, lentamente al principio y con un descenso rápido después, sabe que la vida deja de sentirse como tal, conoce el hastío y el dolor de esa sensación de nada y vacío en su vida, parece que pasan los días y da lo mismo lo que suceda, porque nada posee interés ni aliciente.

Sin saber por qué, algo hay en el ser humano, que lucha inconscientemente por salir, por ascender, por emerger de nuevo hacia la luz.

La luz, ese hermoso baño de vida que nos puede transformar en seres de nuevo amantes de la vida y de todo lo bello que esa vida nos puede ofrecer y nos puede dar.

Una ascensión siempre es costosa, podemos dejarnos las uñas en ella, podemos a veces perder el sentido de la propia vida por el trabajo que todo ese esfuerzo nos cuesta, pero hay algo que nos anima y nos impulsa, algo que nos empuja desde dentro del alma en busca de esa luz. Y la luz siempre nos espera, la luz siempre está en la cima de todo esfuerzo, de todo empeño, de todo sacrificio.

Esa claridad, ese resplandor puede rodear de nuevo nuestros días, porque nuestro esfuerzo, nuestra constancia, nuestro ser paciente, nuestra propia admisión nos regalará volver a encontrarnos con las pequeñas cosas de la vida, con los pequeños detalles, volver a vivir las más pequeñas expresiones de la misma vida.

Moratiel decía una frase muy hermosa y también llena de luz: “El sol se refleja en una gota de rocío”. El rocío sólo es posible después del frío de la noche, sepamos ser gotas de rocío después de nuestras frías noches.
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sábado, 26 de enero de 2008

NADA Y VACÍO

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NADA es una palabra que usamos en muchas ocasiones cuando nos referimos a una sensación de vacío, de indeferencia en nuestro sentir y en el vivir la propia vida. Decimos con cierta facilidad “no siento nada” “tengo el vacío dentro de mí” “nada me importa” “no soy nada” “todo es vacío”

Perder unos instantes en repensar estas expresiones, estos conceptos, este sentir que nos inunda es en muchas ocasiones resaltar la evidencia de que nuestras afirmaciones son palabras que utilizamos para expresar un sentir, un estado, pero que en ningún modo expresan la realidad que nos asiste en esos momentos de pesimismo, de negatividad, de angustia o de tristeza.

Decir que “no somos nada”, el simple “somos” ya nos indica que hay algo, hay un sentimiento, hay una presencia, hay un ser que siente una soledad, que vive la noche y el invierno, pero es algo que ahí está, es un alguien que vive. Mal, sufriente, como sea, pero ahí está.

Sentir el “vacío”, experimentar la vacuidad de nuestro ser, de nuestro sentir, de nuestra persona es también expresar la inexistencia de un algo que debería ocupar el espacio que somos cada uno de nosotros. Nos sentimos vacíos, pero experimentamos esa vaciedad porque hay un “recipiente” que es nuestro ser.

La NADA y el VACÍO son expresiones que utilizamos como referencia, pero que nunca y en ningún caso definen una realidad, si así fuera, nada, ni nadie podría expresarlo, ni decirlo, porque “nada” habría, y el “vacío” como vacío en sí tampoco podría sentir, ni expresar su vaciedad.

Esa falta de llenura, esa ausencia de contenido es lo único que realmente tiene sentido, porque aquel que nada tiene, aquel que sólo el vacío le asiste, es el único que arriesga, es el único que la más pequeña expresión de vida constituye una fiesta, es quien da más valor a lo insignificante, a lo pequeño, a la más leve brisa de vida, porque nada puede perder, nada tiene que exponer, todo lo que ocurra, lo que pase o suceda es una ganancia.

Creemos que esas etapas son oscuridad en nuestra vida y sin embargo cuando las hemos cubierto nos damos cuenta que fueron espacios de renovación, espacios de descubrimiento y espacios de encuentro con nosotros mismos. Duros, sí. Tristes, también. Pero hay quién de aquel que nunca haya cruzado el invierno, la noche y las tinieblas porque nada en la vida se descubrirá ante sus ojos y ante su sentir.

Sepamos valorar el justo vivir de la NADA y el VACÍO.
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sábado, 19 de enero de 2008

OTRAS MIRADAS

La personalidad, la rutina de nuestro carácter, el hábito en nuestros días, las costumbres, nuestra propia experiencia adquirida en el tiempo y así toda la retahíla de aspectos que envuelven nuestra vida, imprimen a nuestro mirar el mundo, bajo unas pautas que vamos estableciendo consciente o inconscientemente en este pasar por la vida.

Quizás no sepamos por qué o como explicarlo, pero hay gente que tiene esa predisposición optimista que le hace ver y vivir la vida de una forma posiblemente más ingenua pero feliz, en oposición de los que en todas partes encuentran y ven lo negativo o lo complejo de las cosas.

Todos quisiéramos saber vivir con cierto optimismo, con cierta benevolencia en el entorno, pero no nos damos cuenta y aplicamos nuestra particular manera de ser, nuestra personal forma de ver. Si en un momento dado vemos o nos damos cuenta de lo que acarrea el pesimismo, la desilusión o la tristeza por lo que no conseguimos y deseamos, y somos capaces de ir poco a poco modificando nuestra forma de mirar la vida, de mirar el mundo, de mirar las pequeñas cosas, llegamos a distinguir cuánto cambia la misma vida.

Cambiar la mirada no es un hecho de hoy para mañana, no es como cambiarse de ropa o darse una ducha. Ver las cosas de distinta forma es un proceso interior, es una metamorfosis de lo que nos habita, de lo que manifestamos desde dentro, atañe al pensamiento, a la mente, al sentir, al aprender a valorar unos aspectos más que otros o a cambiarlos, es todo un renovar que proviene siempre del interior, de nuestro mundo íntimo y personal.

La mirada que sale al exterior es un reflejo de nuestro ser, del sentir, del ánimo y de la voluntad que cada uno ponga en esa proyección, en esa expresión de uno mismo hacia los demás y hacia el exterior.

Cambiar la mirada triste o melancólica por un abanico de miradas positivas, armónicas y benevolentes envuelve la vida, nuestra vida de inexplicable vigor, de energía que seduce, de una vivacidad que se expande y de un calor que desconocidamente amplia el horizonte de nuestro existir.

La vida, como todo lo que la forma y la habita, se vuelve distinta, bella y con hermoso color ante la luz de nuestras miradas.

sábado, 12 de enero de 2008

INVIERNO


Cruzamos el invierno.

Es una bella estación el invierno, aunque generalmente solemos distinguirla por los inconvenientes o contrariedades cotidianas que nos ocasiona.

En el invierno transcurren esas lluvias a veces molestas para transitar, esos días en que el frío es realmente intenso, en estos meses somos más propensos a los catarros, a las gripes, nuestro cuerpo está como más desprotegido ante las inclemencias del tiempo, viajar conlleva también la posibilidad de lo intemporal y de la nieve. Hay días en que nos envuelve ese ambiente grisáceo, apagado y parece como que se apaga también nuestro ánimo y así podemos ir resaltando matices y particularidades del tiempo invernal que no nos suelen agradar.

Todo en la vida tienes múltiples miradas, todo lo que nos rodea y nos envuelve puede ser contemplado con distinta actitud, desde diferentes lugares, posiciones y perspectivas.

El mundo no se viste, ni se disfraza de distinta forma para fastidiarnos o para molestarnos, la naturaleza, la vida, el entorno, se nos muestra en su realidad, a su manera, en su forma, tal cual es, somos nosotros que interpretamos de uno u otro modo lo que vemos y lo que vivimos, en función o según el estado en el que nos hallemos, según nuestro ánimo, nuestro sentir o nuestro estar. Pero el invierno tiene también sus encantos, sus bellos momentos, sus especiales matices, a mi modo de ver creo que los tiene como más escondidos. El invierno es como más íntimo, más hondo, más introspectivo, más interior.

Es bueno recordar en esos momentos ¡cuánto se agradece el calor del hogar! ese pequeño espacio que cuando uno se acerca siente como todo en él revive, y pensar que sólo en el invierno gozamos de ese recogimiento, y en algunos lugares gozan de reunirse alrededor del fuego, y escuchar el crujir de la leña quemándose para dar calor. Más tarde quizás, cuando salgamos de nuevo a la calle, nos mojemos porque llueve o tengamos que abrigarnos porque el frío se nos adentra hasta los huesos, pero... ahí está el calor del alma, el rayo de sol que surge tímidamente o el viento que a veces nos acaricia el rostro y en ocasiones lo hace tan fuertemente que parece que nos quiere abrazar.

En el invierno uno se introduce en la cama y es acogido y abrazado más cálidamente y nuestro cuerpo agradece esa sensación y el alma se nos recoge en la oscuridad y en el silencio de la noche. El invierno, nos solía decir Moratiel, es cuando la naturaleza parece muerta en su exterior y sin embargo es cuando crece en el interior, las raíces se adentran en la tierra para crecer, para expansionarse, para hallar la fuerza del crecimiento que nos mostrará en la primavera.

El invierno en nuestras vidas es también el mismo invierno de la naturaleza que nos evoca Moratiel, es el frío, la lluvia, lo grisáceo en el exterior y el crecimiento, la expansión, el hallazgo, el acercamiento al interior. Hay que saber ver la belleza del invierno en esos haces de luz que surgen tímidamente, en ese calor de la lumbre, en ese recogimiento en casa, en esa casa nuestra que somos, en la quietud y el silencio que nos habita.

El invierno tiene también su belleza, su misterio y su encanto, solamente hay que mirarlo, verlo con atención, con mimo y en silencio. En un silencio habitado.

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sábado, 5 de enero de 2008

EL DESIERTO

Entendemos por desierto ese espacio donde existe poco más que arena y quizás algo de terreno pedregoso, donde la vegetación es casi inexistente por la falta de lluvias y que impide una posible vegetación. Belleza de cambiantes dunas y colores uniformados y con algo de suerte un pequeño oasis. Poco más podemos hallar en el desierto.

Ver la belleza del desierto cuando poseemos el agua, la comida y tiempo determinado de estancia en el lugar, nos parece exótico, nos parece un bello contemplar, pero cuando alguien se pierde en el desierto sin sus mínimos necesarios de supervivencia, puede ser aterrador y mortal.

A veces nuestra vida se asemeja demasiado al paisaje de un desierto. Nos sentimos mover, nos sentimos pensar, nos vemos quizás cambiar el exterior, pero experimentamos la monotonía, la falta de expresión y de vivencia, y sin duda, la falta o la pobreza de color en nuestra vida.

El desierto es inhabitable para la mayoría de los seres humanos, hay que haber nacido y haberse criado en esos entornos para adaptarse a ellos. Cuando de repente nos sentimos inmersos en la arena del desierto, en la arena de nuestra soledad, en la arena de nuestro vacío, se apodera de nosotros la desazón, la inquietud, una triste tristeza. No sabemos como orientarnos, donde dirigirnos, hacia donde encaminarnos y nos quedamos quietos como aguardando, esperando… pero… ¿esperando qué?, ¿esperando que el paisaje cambie?, ¿esperando que nos remolquen?, ¿esperar qué?... una espera inactiva, una espera quieta, un aguardar que las cosas cambien… es una pobre actitud; las cosas no cambian por sí solas, las cosas no se modifican por arte de magia, los espacios hay que caminarlos, andarlos y escalarlos si hace falta. Los eventos, los cambios no suelen aparecer por que los esperemos, hay que ayudar a que se produzcan.

Hay vidas que parecen encaminadas, destinadas a grandes etapas de aridez y de vacío en sus días, y algunas se acomodan, llegan incluso a adaptarse a las circunstancias y ven pasar los días en la monotonía, en la rutina, en la uniformidad. Pero también es cierto que en otros seres, aquellos que han sobrevivido a épocas de estragos, de devastación, hay algo que permanece oculto, algo que les impide admitir la presencia desértica en sus vidas, son personas habitadas por la inquietud, por la actividad, por el deseo del simple vivir. Esa fuerza que empuja y que estimula a hallar una salida, el cómo evadirse de tal situación. Seres que asumen inicialmente la aspereza de la situación, la dureza del momento, pero lentamente, sin límite de tiempo, los ves encaramarse hacia el horizonte, hacia el encuentro de un nuevo espacio, de un nuevo lugar durante el tiempo que sea necesario, a veces parecen desfallecer, pero siguen, siguen con ese ímpetu que ni ellos mismos saben de donde surge.

A veces nos parece que toda nuestra vida es un desierto, que todo es aridez y es porque nos agarramos a los instantes, a los momentos del pasado y eso nos impide seguir nuestra andadura. Quizá por eso el desierto es simplemente la respuesta a nuestras ataduras, a nuestros recuerdos, a nuestro pasado que nos impide avanzar y nos escolla en el vacío de un presente que no vemos, que no sabemos distinguir, pero que está ahí, muy posiblemente delante de nuestras narices, lo que pasa es que quizás no es lo que estamos acostumbrados a ver.

Sepamos cruzar el desierto cuando éste se presente, pero no nos quedemos anclados. El desierto nos permite una especie de alto en el camino, una etapa de sabernos y conocernos, y aunque la travesía sea larga y costosa, no podemos quedarnos anclados en ese lugar, nuestro camino es algo más, nuestros días abarcan otros días, nuestra vida es un abanico de infinitos tonos.